El miércoles 29 de julio, los niños saharauis y sus familias fueron ivitados por el chiringuito Altea a una cena en la que pudieron disfrutar también de los juegos infantiles instalados en la parte trasera del chiringuito. Saltaron durante horas sin parar, esa noche cayeron todos rendidos.
Desde la Asociación queremos darle las gracias a Paquita Ripoll y a su marido por la grán colaboración que ejercen año tras año con el pueblo Saharaui.